Campaña sucia y Twitter
LA GRIETA ES UN ALGORITMO
Por Ernesto Calvo -
Revista Anfibia
Daniel Scioli acusó a Mauricio Macri de orquestar una campaña sucia en su contra a través de perfiles falsos y robots. Un análisis de los 280 mil tuits que se escribieron sobre las inundaciones en la Provincia de Buenos Aires demuestra que la campaña sucia existió, pero su efecto no alteró la manera en que circularon los mensajes en las redes sociales. En la Argentina 2015, Twitter no solo refleja la polarización sino que la crea a través de sus algoritmos: oficialistas y opositores viven en barrios separados y casi nunca se cruzan.
Ya lo dijo Von Clawsewitz en su clásico texto de 1832: “Twitter es la continuación de la política por otros medios”. Trascendidos, primicias y filtraciones de todo tipo coexisten con información dudosa o demostrablemente falsa; para la exasperación de políticos, periodistas y celebridades del deporte y el arte. Los agravios e insultos molestan por igual a las diez cuentas falsas de Messi y a las tres del Cuervo Tinelli, así como a los múltiples Sciolis, Lanatas y Larretas que compiten por las preferencias de los tuiteros Argentinos. Efectivamente, las redes sociales tienen sus personajes oscuros y sus barrios complicados. Regiones de la web por donde difícilmente se atrevan a salir a caminar los buenos ciudadanos que mantienen sus cuentas verificadas y sus computadoras en orden.
Este mundo de mensajes dudosos e identidades esquivas entró de lleno en la campaña electoral la semana pasada, cuando Daniel Scioli denunció al gurú electoral de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba. Según la denuncia presentada ante la Dirección Electoral, el Frente Cambiemos orquestó una campaña sucia en Twitter para sacar rédito electoral de las inundaciones de la segunda semana de agosto y que afectaron con particular virulencia a la Provincia de Buenos Aires. Al parecer, según consta en la denuncia, alrededor de 50 mil cuentas fueron utilizadas para diseminar información injuriosa y/o falsa. Trolls, fakes y bots se ocuparon, respectivamente, de mentir, ironizar desde el anonimato y diseminar de forma compulsiva información que, se supone, atentaría contra las reglas de la competencia electoral.
Estas críticas, por supuesto, no son nuevas. La proliferación de trolls, fakes y bots tiene una larga tradición en Twitter, inundando las redes sociales a lo largo de conflictos tan diversos como fueron la Primavera Arabe, #Ferguson, #Baltimore, #Nisman y #Ayotzinapa. En mi libro “Anatomía política de Twitter en Argentina: Tuiteando #Nisman” (que saldrá en septiembre), transcribo la queja de un ex-directivo de Twitter, quien en un memo interno afirmaba: “Estoy francamente avergonzado de cuán pobremente hemos lidiado con este problema [trolls, fakes y bots] durante mi estadía como jefe de Operaciones [de Twitter]”.
En efecto, si bien las redes sociales democratizaron la diseminación y el acceso a la información, también crearon un universo de patologías informativas que son sistemáticamente utilizados para hacer negocios y para hacer política. Desde la venta de “seguidores” para aumentar la popularidad de usuarios hasta el bullying compulsivo y sistemático a través de identidades falsas o mercenarios informáticos.
A pesar de las críticas generalizadas a los trolls, fakes y bots, existe una pregunta central cuya respuesta no es tan sencilla de responder: ¿sirve hacer campaña negativa en Twitter para aumentar el apoyo entre los votantes? La respuesta, como muestro a continuación, pareciera ser un “no mucho”. Poco a poco la evidencia se va acumulando, mostrando que no todos los usuarios reciben la misma información, no muchos dan crédito a esta información y la mayoría de ellos son informáticamente “ciegos” a las operaciones twitteras.
Las inundaciones y la cámara de eco
Para evaluar el efecto de las redes sociales, y su uso electoral, lo primero que es necesario entender es que la magnitud de la información producida en la red es extraordinaria. Entre el 12 y el 15 de Agosto se publicaron más de 280 mil tuits sobre las inundaciones de la Provincia de Buenos Aires. Estos cientos de miles de tuits contaron con la participación de más de 100 mil cuentas de usuarios. Es decir, del evento mediático #inundados participaron alrededor del doble del número de cuentas denunciado ante la dirección electoral. Estas cuentas, todo indica, tuvieron más usuarios que fakes, más fakes que trolls y más trolls que bots. Todas patologías que tienen su propia “huella digital” en internet.
A su vez, si bien el número de tuits relativos a las inundaciones es significativo, representa tan sólo una pequeña fracción de los más de 500 millones de tuits que se publican cada día en todo el mundo. Puestos en contexto, tan sólo un 0.014% de los tuits producidos durante esos cuatro días se refirieron al tema de las inundaciones.
Si estamos interesados en leer uno de estos 280 mil tuits, entre los 500 millones producidos diariamente, ¿cuál deberíamos leer primero? Como muchos de los lectores seguramente saben, las redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter, analizan nuestro comportamiento en la red así como la información de nuestras cuentas para decidir qué tipo de información ofrecernos. Esto es necesario cuando se producen millones de tuits por día. Si indicamos que nos gustó una publicación de Aníbal Fernandez, Twitter nos ofrece una publicación de Cristina Fernandez. Si retuiteamos una publicación de Gabriela Michetti, Twitter nos ofrece un tuit de Mauricio Macri. En la medida en que Twitter busca maximizar nuestro placer informativo, todas las actividades que depositamos en nuestros muros son utilizadas para definir qué tipo de publicaciones desearíamos ver. Es decir, la información que recibimos es un eco de aquello que depositamos en Twitter. Tanto favs como retuits son procesados por algoritmos que después ofrecen nuevas publicaciones (o nuevos productos) en nuestros muros.
El resultado de estos mecanismos informativos es que cada uno de nosotros recibe distintas publicaciones y ve distintos tipos de información en sus muros. En efecto, cada uno de nosotros vive en un mundo virtual en el cual todos somos mayoría. Quienes comulgan con la oposición viven en un mundo tuitero que se encuentra saturado de opositores. Quienes comulgan con el gobierno viven en un mundo oficialista.
¿Y dónde viven los trolls, los fakes y los bots? En los barrios que los reciben y que repiten sus mensajes. Es decir, en comunidades donde lo que ellos dijeron ha sido fav y ha sido retuit. Por tanto, la culpa no es del troll sino del que le da de comer. Pero como ocurre con los perros de la calle, los trolls vuelven a quienes los alimentaron, dado que Twitter considera estas actividades al decidir qué publicaciones pone en nuestro muro.
Cuando vayas a Twitter haz lo que Twitter hace
También nosotros podemos ver distintas realidades oficialistas y opositoras en Twitter, para entender el modo en que la polarización se propaga por las redes sociales. Es decir, podemos analizar cómo se diseminan distintos tipos de mensajes políticos entre comunidades de usuarios, utilizando las mismas herramientas que explican la formación de comunidades tuiteras.
Consideremos por ejemplo los 280 mil tuits relativos a la inundación, los cuales fueron capturados por Ailin Accinti de la Universidad de San Martín entre el 12 y el 15 de Agosto. Entre estos mensajes, existen 205.353 publicaciones que retuitean información producida por otros usuarios. Por ejemplo, el 13 de Agosto @elkaiser63 publicó este tuit:
Este tuit fue retuiteado por más de dos mil usuarios, los cuales también intercambiaron información con otros usuarios de la red. Desde fakes como @elkaiser63, pasando por medios de comunicación tradicionales como Télam o La Nación, hasta políticos como Aníbal Fernández, la comunidad de Twitter se ocupó de transmitir información y, al hacerlo, reveló sus afinidades políticas.
Mucho ruido y pocas nueces
El cuadro 1 sintetiza los retuiteos de los principales medios relativos a la inundación, 12 al 15 de agosto, y nos muestra porqué Daniel Scioli no debería estar preocupado respecto de la “campaña sucia” en Twitter. Para elaborar la red se incluyeron102.853 cuentas de usuarios y 280.590 tuits y 205,353 retuits. Las líneas describen retuits de los mensajes enviados desde las cuentas de @lanacioncom, @clarincom, @AgenciaTelam y @C5N, y los círculos describen usuarios de Twitter cuyo tamaño depende del número de retuits. A diferencia de las inundaciones, que cubrieron la totalidad de la provincia, los mensajes opositores en Twitter sólo circularon por barrios opositores. Los tuits producidos desde la cuenta @lanacioncom o @ElisaCarrioArg sólo fueron retuiteados por la comunidad opositora. A la vez, muy pocos tuits de Télam fueron retuiteados desde el campo opositor así como muy pocos tuits de La Nación y Clarín fueron retuiteados desde el oficialismo. En cada una de estas comunidades, distintos medios periodísticos “fueron mayoría”.
El cuadro 2 toma uno de los tuits más difundidos durante las inundaciones, publicado desde la cuenta @Lanataenel13, que afirmaba: “Que Scioli sea candidato, es un insulto al país. Debería ser destituido, como Aníbal Ibarra después de Cromañón”. En el gráfico, los círculos describen usuarios de Twitter cuyo tamaño depende del número de retuits, mientras que los óvalos son grupos de usuarios que siguen a las distintas cuentas.. Sobre un total de 1.539 retuits entre el 12 y el 15 de agosto, tan sólo una veintena fueron realizados por usuarios conectados a la comunidad oficialista. ¡Tan sólo alrededor de un 1,2%! Es decir, los mensajes “destituyentes” sólo circularon por barrios opositores, en donde la oposición es mayoría. Mientras tanto, los mensajes oficialistas sólo circularon por barrios oficialistas, en donde el oficialismo es mayoría. Ni tanto troll, ni tanto efecto Un análisis de los tuits relativos a la inundación muestra que tanto el gobierno como la oposición han construido sus narrativas sobre pilares poco sólidos. Si bien el sciolismo afirmó que alrededor de 50.000 cuentas usadas eran trolls, fakes o bots; en los días posteriores a la inundación la tuitosfera estuvo dominada informativamente por viejos conocidos de la política Argentina: @ElisaCarrioArg, @Lanataenel13, @lanacioncom, @clarincom. Estos usuarios han sido activos opositores al gobierno y, si bien los primeros dos son usuarios administrados, la actividad opositora de estas cuentas no opera como una cuenta troll (como ejemplo de una cuenta troll puede verse al falso Tinelli, @cuervotiinelli, con doble i). Otras cuentas como la de @elkaiser63, si bien son anónimas, se encuentran bien establecidas y en el pasado tomaron posiciones más cercanas al gobierno. Tampoco existe evidencia de que la diseminación de información fuese llevada adelante mediante bots, dado que de las 100 mil cuentas que tuitearon sobre las inundaciones la gran mayoría carece de los identificadores de repetición que caracterizan a las cuentas automatizadas. Sin embargo, los tuits publicados durante el período de las inundaciones también muestran un alto grado de concentración de la información en unos pocos actores cercanos a la oposición. Alrededor de un 1% de los usuarios produjo más del 40% del contenido relativo a las inundaciones que circuló entre el 12 y el 15 de Agosto. Este contenido fue en su gran mayoría opositor, se difundió entre comunidades de usuarios opositores y no estuvo orientado a atender a las necesidades de los damnificados. La estabilidad de las comunidades en Twitter Los argentinos cambian muy gradualmente a sus amigos en Twitter y tienen núcleos de seguidores estables en las distintas redes sociales. Como consecuencia, las comunidades informativas que observamos al analizar los diálogos tuiteros de las inundaciones no son muy distintas a las comunidades que caracterizaron al caso #Nisman, a las comunidades de #eleccionesargentinas o de #niunamenos. Aun cuando la gente percibe a Twitter como un espacio democrático y desregulado, donde las ideas circulan libremente, la producción masiva de información y su diseminación personalizada ha formado comunidades estables. Cada uno de nosotros vive en estas comunidades, donde nuestros valores y preferencias son también los valores y preferencias de cuantos nos rodean. Los algoritmos que trabajan bajo el capot de Twitter son un mecanismo de formación de comunidades que ha probado ser muy exitoso pero que, al mismo tiempo, homogeneiza a grupos de usuarios que viven en distintos mundos informativos. La polarización avanza también en las redes sociales: aquí y ahora, en nuestra propia esquina de Twitter, todos somos mayoría.
Agradezco la colaboración de Ailin Accinti en la recolección de tuits. Todo el procesamiento de retuits se realizó en R 3.0 utilizando el paquete igraph. El procedimiento es descripto en detalle en el libro que saldrá en septiembre: Calvo, Ernesto. 2015. “Anatomía política de Twitter en Argentina: Tuiteando #Nisman” (Capital Intelectual: Argentina).